RESEÑA DEL LIBRO:
Francisca de Pedraza. Mujer, Madre, Esposa... Maltratada. El divorcio de Francisca de Pedraza 1614-1624
Contraportada. AMAZON.
La historia de nuestra protagonista, Francisca de Pedraza, puede ser similar a la que podría haber vivido cualquier mujer de finales del siglo XVI y principios del XVII. Se trata de una historia escrita en letras de discriminación y sometimiento, por cuanto el tradicional papel de la mujer consistía en el de un ser secundario y sometido al varón. Así, con escasas excepciones, su rol, dentro de un mundo construido por hombres y para hombres, no era otro que el del matrimonio o el convento. Sin duda alguna, la primera etapa de aquel calvario comenzaba en el seno de la propia familia, en donde las hijas quedaban bajo la tutela del padre, desempeñando un papel siempre al servicio del mismo. Tras esos primeros años, el matrimonio –en muchas ocasiones pactado entre familias– suponía la salida de la adolescente del seno familiar, para pasar a depender de su marido, al cual en innumerables ocasiones conocía el mismo día de la ceremonia nupcial. Francisca pronto quedará huérfana de padres, por cuyo motivo fue educada por las monjas complutenses, en un ámbito en donde los rezos y la formación en el servicio y la austeridad fueron su día a día. En un momento dado vino a contraer matrimonio, en el pleno convencimiento de que al lado de aquel hombre podría desarrollarse como mujer, como esposa y como madre. Nada más lejos de la realidad, ya que el matrimonio con Jerónimo de Jaras, su marido, vino a demostrar, una vez más, cuan cruel era la vida de las mujeres. Pero para ella todavía habría de ser más dura si cabe, ya que no tardaría en recibir sus primeras palizas. Golpes, palos y otra serie de crueles malos tratos fueron el eje vertebrador de aquel matrimonio a lo largo del tiempo, todos ellos recibidos por esta mujer con la mayor expresión de violencia, pero también de impunidad de su agresor y marido. De este modo, tras años de malos tratos, decidió cierto día poner fin a su suplicio, por más que se tratara de una medida poco usual, ya que lo natural habría sido el suicidio o la huida; pero ella intentó acabar con esa situación acudiendo a la justicia, primero a la ordinaria, luego a la eclesiástica y, finalmente y de manera inaudita, a la universitaria. Ante todas ellas, desprovista de su intimidad, de su jubón, mostró las múltiples muestras que la crueldad de su marido había dejado en su rostro y cuerpo. Eran las muestras que la mano agresora que un monstruo, de su marido, habían plasmado en su cuerpo de mujer. Sabía que era una mujer frente a un mundo, un mundo creado por los hombres, de los hombres y para los hombres, pero ella estaba dispuesta a presentar batalla, por más que ello supusiera enfrentarse a un mundo que a éstos pertenecía casi de manera exclusiva.
IGNACIO RUIZ RODRÍGUEZ es Licenciado y doctor en derecho por la Universidad de Alcalá de Henares, actualmente es catedrático (A) de Historia del Derecho en la Universidad Rey Juan Carlos y director de la Cátedra Universitaria España-Israel, la cual recibió el diploma de aprecio y reconocimiento, en el seno del prestigioso premio Samuel Toledano, de Jerusalén (Israel), en el año 2014. Miembro de varios grupos de investigación españoles e internacionales. Ha impartido cursos y seminarios en prestigiosas instituciones académicas de Europa, América e Israel. Ha recibido la Medalla de Honor de la Asociación de Socorros Mutuos (Bell Ville, Córdoba, Argentina), de cuya localidad fue declarado “Visitante Ilustre”. Igualmente recibió la insignia honorífi ca del Ilustre Colegio de Abogados de Alcalá de Henares. Es miembro corresponsal de la Unión Nacional de Juristas de Cuba. Autor de más de un centenar de publicaciones científicas, habiendo recibido el premio a la mejor publicación universitaria española del año 2011, así como galardonado con el premio Layna Serrano de Investigación Histórica y Etnográfica del año 2013, de la Diputación Provincial de Guadalajara.
La sentencia del tribunal eclesiástico. FUENTE EL MUNDO. NEREA RIESCO .22/02/2015
1. En el pleito y causa de divorcio que ante nos ha pendido y pende, entre partes, de la una actora demandante, Francisca de Pedraza, y de la otra reo demandado, Jerónimo de Jaras, su marido, vecinos de esta villa, y el fiscal mayor de la Audiencia y Corte Arzobispal de ella, que se dio la voz y salió a la causa, y sus procuradores en sus nombres.
2. En el nombre de Cristo invocado.
3. Fallamos que la dicha Francisca de Pedraza probó su acción y demanda, como la convino, para lo que de ello se hará mención, y el dicho Jerónimo de Jaras, su marido, y el fiscal mayor no haber probado cosa alguna de sus excepciones y defensas, en cuya consecuencia debemos de amonestar y amonestamos, mandar y mandamos, al dicho Jerónimo de Jaras que de aquí adelante trate a la dicha su mujer con mucho amor, y la de vida honesta y maridable, y el sustento, vestido y demás necesario, como es obligado, y no le haga semejantes malos tratamientos como los que se dice le ha hecho, con apercibimiento que no lo cumpliendo así, procederemos contra él por todo rigor de derecho, y haciendo el dicho Jerónimo de Jaras caución juratoria y dando fianza llena y abonada en cantidad de 600 ducados dentro de seis días de la notificación de esta sentencia, de que tratará bien a la dicha su mujer y le dará todo lo necesario. Mandamos a la dicha Francisca de Pedraza vaya a hacer y haga vida maridable, con el dicho su marido y le respete y obedezca como es obligación, con apercibimiento que se procederá contra ella con todo rigor de derecho, y pasado el dicho tiempo y no dando el dicho Jerónimo de Jaras las dichas fianzas y haciendo la dicha caución, reservamos a nos del proveer justicia y lo que más convenga, sobre el divorcio, pedido por parte de la dicha Francisca de Pedraza, y por esta nuestra sentencia definitiva, juzgando así lo pronunciamos y mandamos, sin haber condena en costas.
4. Licenciado Lorenzo de Yturrizarra (rúbrica).
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